Eddie Palmieri, Arquitecto de la Salsa e Innovador del Jazz Latino, Fallece a los 88


Eddie Palmieri—el pianista nacido en el Bronx cuyas orquestas impulsadas por trombones redefinieron la salsa de Nueva York y encendieron las pistas de baile durante seis décadas—murió el 6 de agosto de 2025 tras una enfermedad prolongada. Tenía 88 años y falleció en su casa de Hackensack, Nueva Jersey.

Nacido en Spanish Harlem de padres puertorriqueños, Palmieri comenzó tocando timbales antes de asentarse en el piano. En 1961 formó La Perfecta y le dio la vuelta al sonido de charanga de la ciudad al reemplazar violines y trompetas por un contundente frente de dos trombones—una paleta más pesada y con más golpe que se convirtió en un nuevo plano para los salseros. La primera alineación de la banda contó célebremente con el trombonista Barry Rogers y el vocalista Ismael Quintana, y sus innovaciones se propagaron por la escena latina de Nueva York.

Para los bailarines, los discos de Palmieri fueron—y siguen siendo—combustible a reacción puro. “Azúcar Pa’ Ti” (1965) estiró el formato bailable con un montuno largo e hipnótico que DJs y bailarines sociales aprovechan para hacer shines (pasos libres); la pista fue añadida posteriormente al Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso. “Justicia” (1969) empaquetó fuego social en un groove arrollador, mientras que “Vámonos Pa’l Monte” (1971)—con sus cortes, moñas y llamada y respuesta—sigue siendo una garantía para levantar la pista en cualquier salón de salsa.

Palmieri tendió puentes entre barrios y géneros. Su proyecto Harlem River Drive fusionó ritmo latino con funk y soul años antes de que “crossover” fuera un término de mercadeo, y ayudó a consolidar su reputación como arreglista y líder intrépido, con un oído siempre en la clave y el otro en la vanguardia.

La industria acabó por alcanzarlo. En 1976, los Grammy introdujeron “Best Latin Recording”, y su álbum de 1974 The Sun of Latin Music ganó el premio inaugural—convirtiéndolo en el primer artista latino en llevarse un Grammy en esa categoría. A lo largo de su carrera obtuvo ocho premios Grammy y catorce nominaciones.

Aun cuando el mundo lo celebraba como un icono de la salsa, a Palmieri le incomodaba la etiqueta, insistiendo en que la música merecía sus nombres propios—afrocubana y afrocaribeña—en lugar de una “salsa” como cajón de sastre. Ese respeto purista por el ritmo, fusionado con la curiosidad de un explorador del jazz, es exactamente lo que les dio a sus orquestas un swing irresistible para el trabajo en pareja y espacios abiertos para el juego de pies.

Los reconocimientos se apilaron—entre ellos el NEA Jazz Master—pero para los bailarines sociales y los salseros, el legado de Palmieri vive donde empezó: en pistas abarrotadas, cuando los metales golpean, el coro responde y el piano suelta un montuno que te hace olvidar sentarte. Pon “Azúcar Pa’ Ti”, “Justicia” o “Vámonos Pa’l Monte” esta noche y lo sentirás.

Nota del editor: Fuentes clave incluyeron AP, Legacy, GRAMMY.com, la NEA, Fania Records y la cobertura de Pitchfork sobre la vida y el fallecimiento de Palmieri.

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